
Siempre me preguntaré qué impulso irresistible empuja al suicida a tomar esa decisión radical de consecuencias tan irreversibles. En qué y por qué fallan las personas de su entorno hasta el punto de conducirle a un estrecho y opresivo callejón que hace que ya no encuentre sentido a su vida.
Miedo, desamor, angustia, abatimiento... Alguna vez he sentido en mis carnes esas sensaciones dolorosas. Pero siempre ha habido cerca una mano amiga que curaba con cariño las heridas abiertas. Además, creo que siempre he tenido muy arraigado un sentido positivo de la vida como experiencia única e irrepetible, y esa sensación (otros la llamarían fe) de no ser un mero títere en el guiñol de una historia trazada por otros.
Si sufres esa opresión aniquiladora en algún momento, llámame y hablaremos...
3 comentarios:
¿y el que no tenga su número?
Al Yayo Salva se le encuenra siempre que se le busca.
Es cierto. Yo no estaba tan mal, no sabía que el Señor Yayo existía, y me dejó una indicación certera muy útil.
=)
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