viernes, 13 de enero de 2012

Desde mi higuera (27)

Hasta hace no muchos años se decía por Europa que el españolito medio era un señor bajito, moreno y constantemente cabreado porque pensaba que follaba poco y mal en comparación con los europeos. Este clisé ha cambiado pero el cabreo de ellos y ellas se ha incrementado notablemente en las últimas semanas tras el fiasco que ha resultado de las pasadas elecciones generales. El oro y el moro que nos prometían los que resultaron ganadores ha quedado sólo en el moro (que lo hay, y mucho, en nuestras calles, dicho sea sin el menor atisbo de xenofobia). El oro nos lo están arrebatando de nuestros magros bolsillos a base de desdecirse de lo dicho en campaña, subirnos los impuestos, congelar y vituperar a los pobres funcionarios de carrera (que se han convertido en moradores de un gheto constantemente amenazado con refinamiento nazi) y otras lindezas. Pero de bajarse drásticamente el sueldo y las prebendas los políticos, de eso nada. Nuestra clase política no tiene la menor vergüenza, manden tirios o troyanos. Además, el querido y esperado Rajoy nos tendrá que explicar “para que le entendamos” (muletilla que usa con frecuencia), cómo hacer para, al mismo tiempo, apretarnos el cinturón y bajarnos los pantalones, una idea que ha circulado recientemente en un correo ampliamente distribuido.

Nada de todo esto me viene de nuevas. Ya lo sugerí en alguna otra ocasión. Era y soy perfectamente consciente de que los gastos faraónicos de las políticas anteriores había que pagarlos con dinero del bolsillo de los españoles. No hay otra fuente de ingresos. ¿Quiere usted olimpiadas?, págueselas. ¿Quiere usted aeropuertos sin vuelos ni aviones?, págueselos. Y así un largo etcétera… Pero págueselos no por lo que valen sino por lo que costaron, que suele ser unas tres veces más que su valor real. Y los que no quieran olimpiadas ni aeropuertos vacíos ni puertos deportivos ni más circuitos de Fórmula 1 que se fastidien y paguen, que el bien común lo exige.

Y mientras tanto, van saltando a la prensa los casos judiciales de los sinvergüenzas que, amparados en su estatus político o de la entrepierna, han estado robando a manos llenas dinero público, es decir, dinero de usted y mío que previamente nos habían detraído legalmente para “hacer grande la patria”. Son sólo la punta del iceberg. La inmensa mayoría está oculta y probablemente así seguirá.

Van a reformar la Constitución Española. Ya verán como, a la vista de que los resortes judiciales actuales todavía permiten meter mano a los políticos que se dejan cazar, de la reforma salen más protegidos y encastillados para poder seguir pastando en un monte que, para ellos, será todo de orégano. Y si no, al tiempo...