sábado, 28 de junio de 2014

Desde mi higuera (41)

Con harta frecuencia escucho en las conversaciones de café que España sería el país más rico de Europa de no ser por la miríada de sinvergüenzas que meten mano al Tesoro Público para llenarse los bolsillos. Según los medios de comunicación, mires donde mires salta la noticia de un nuevo atropello, de nuevos encausados, de nuevos escándalos (o viejos escándalos sin resolver todavía cuyo sumario engorda "ad infinitum").

Quizás sea verdad eso de que el deporte nacional no es el fútbol sino el robo de guante blanco. Leí hace poco que en España existen unos 10.000 aforados, es decir, personas con un estatus especial a las que la Justicia no puede encausar de forma inmediata. No acabo de entender por qué un diputado, o un senador, o un alto cargo político debe ser inmune a la acción normal de la Justicia. Pienso que debería ser al contrario: precisamente por razón del cargo debería estar más vigilado y, al primer desmán, garrotazo y a la puta calle. Pero ya se han preocupado ellos por hacerse leyes que les hace inmunes a las contravenciones de cualquier código ético.

Otro deporte nacional es el nepotismo o, como dicen ahora los periodistas faltos de culturilla, la endogamia. Según el diccionario de la RAE nepotismo es la "desmedida preferencia que algunos dan a sus parientes para las concesiones o empleos públicos". En cambio, endogamia (en su segunda acepción) es la "actitud social de rechazo a la incorporación de miembros ajenos al propio grupo o institución". Desde mi punto de vista, el enchufismo tan practicado por políticos y afines es más bien nepotismo que endogamia. Pero bueno, la palabreja es lo de menos. Lo realmente airante es que en las Administraciones, en los últimos años, muy pocos "trabajadores" han pasado por las horcas claudinas de las oposiciones para ganarse el puesto de trabajo. Son trabajadores "digitálicos" a los que con el tiempo se les "arregla" su situación laboral mediante trampas legales. Para los altos cargos ni siquiera hace falta hacer trampas...

Estos días esoy especialmente cabreado con Hacienda, esa "cosa" que dicen que somos todos. El refinamiento de las trampas legales con los sufridos pensionistas es extremado. Con una mano te dan unas perrillas y con la otra te las reducen en un porcentaje escandaloso, inmoral. Para la publicidad lo que cuenta es lo que te han dado, no lo que te quitan luego. Y si no pagas religiosamente tus obligaciones te amenazan con una amplia serie de medidas que pueden dejarte "en porreta". Sin embargo todavía no he oído que los condenados por grandes robos al Estado hayan devuelto un sólo euro. Parece que pagan su pena con una temporada en la cárcel en plan hotel de cinco estrellas...

Acabo de ver entre los pámpanos una cuantas brevas maduras. Voy a cogerlas no sea que las vea también algún listillo y se la lleve puestas...