jueves, 23 de octubre de 2008

El otoño

Después de una larga estancia en países tropicales, al regresar a Madrid el otoño me ha empapado de repente, casi con sorpresa. Cielos plomizos, llovinznas, las primeras gabardinas paseando bajo unos castaños de indias que van sembrando de hojas muertas las calles de la ciudad... Dicen que las estaciones influyen en el ánimo de las personas, que la primavera "la sangre altera" y el otoño es un tiempo proclive a la reflexión. No sé. Quizás...

A mí me gusta el otoño. Será porque en el ciclo de la vida me encuentro en esa etapa otoñal y siempre he procurado vivir de acuerdo con el signo de los tiempos. Me gusta experimentar ese primer escalofrío de la mañana mientras paseo camino del despacho. Me gusta la sensación de sentir las manos frías y acariciar el cálido vaso de café con leche en el bar de la esquina donde desayuno desde hace tantos años. Hasta diría que relamo con gusto esa pizca de melancolía que a veces me asalta en las tardes cada día más cortas, acechadas por una noche cada día más larga. La tarde invita a sillón, a pantuflas, a una buena novela, a té de hierbabuena..., mientras al fondo del salón los atavoces desgranan suavemente los melismas de una sinfonía de Sibelius.

Definitivamente, me gusta el otoño...

(Traigo la maleta repleta de imágenes de aquellos países en donde he estado. Os las iré mostrando poco a poco. Dadme tiempo)