Estaba ayer
sentado a la sombra de mi higuera, sesteando, con la radio en mi regazo, cuando
me espabiló una noticia sorprendente: El gobierno de mi Comunidad Autónoma, la valenciana, iba a cerrar las emisoras de radio y televisión públicas de la Comunidad,
las populares Canal 9 y Radio 9. Al parecer el Tribunal Superior de Justicia de
la Comunidad Valenciana había dictado sentencia anulando el ERE (Expediente de
Regulación de Empleo) por el que el Gobierno había despedido a 1.000 empleados
de dichas emisoras hace unos meses. El presidente de la Comunidad, un tal
Fabra, dice que las arcas no pueden asumir los 72 millones de euros al año que
supone la readmisión y ha optado por cerrar las emisoras.
Para los lectores
de esta página que no conozcan la división político-administrativa de España
les diré que somos una nación dividida administrativamente en varias
Comunidades Autónomas con sus gobiernos propios (además del Gobierno de la Nación), un sistema que, con el tiempo,
ha servido principalmente para duplicar los organismos de funcionamiento de la
Administración y, consecuentemente, el gasto público, razón por la cual ahora,
con la crisis, andan al acoso y derribo del funcionario. Pero de disminuir significativamente los cargos públicos, de eso nada...
El Gobierno de
mi Comunidad está, desde su más tierna infancia, en manos del Partido Popular
(en adelante PP o peperos) que, a la sazón, es también el partido que gobierna
la Nación. La crisis que nos afecta desde hace años (según el PP por culpa de
los nefandos gobiernos socialistas) ha generado en la Comunidad Valencia un agujero
negro de no sé cuántos miles de millones de euros, despilfarrados por los
peperos gobernantes en obras faraónicas, algunas menudencias como los sueldazos
de los políticos y otras prebendas a las que sólo tienen acceso la casta
gobernante y sus acólitos.
Siempre es
triste que se cierre un medio de información público o privado, sea del signo
que fuere. Habrá un colectivo de prosélitos que se verá afectado y eso
provoca cierto sesgo en la libertad de expresión dentro de un sistema
democrático. Aunque todo admite matices y alguno mencionaré luego. Pero en este
caso me parece evidente que al PP le importan un pimiento la radio y la TV
valencianas. Por definición siempre ha mirado y mirará con inquietud los brotes
(desviaciones) nacionalistas. Fabra, el actual Alí Babá del cotarro, dice tener
otras prioridades (educación, sanidad, servicios sociales, afirma cínicamente)
y –ahora- no puede gastarse un euro en chorradas –antes sí-. Es evidente que su
intención era cargarse las emisoras; de lo contrario hubiera podido recurrir la
sentencia ante instancias judiciales más altas, como se ha hecho en otros
casos. Pero no, resulta sospechosamente apropiado acatar la sentencia, asumir
como innegociable la readmisión de despedidos y cerrar el kiosco. También es
sospechoso que la sentencia haya anulado el ERE por defectos de forma, es
decir, porque los leguleyos de la Comunidad han hecho mal su trabajo al
redactar los papeles o, más sencillamente, no lo han hecho y se lo han
encargado a empresas ajenas a la Administración (a las que ahora quieren pedir
responsabilidades: “Todos culpables menos yo”). Tengo la sospecha de que el tal
Fabra ya se esperaba lo que diría el alto Tribunal, lo cual le permitiría
cerrar las emisoras de un plumazo. Nada de templar gaitas.
¿Cómo eran la TV
y la radio de la Comunidad? Bueno…, digamos que tan malas como las demás (opinión
personal), en perfecta sintonía con una sociedad mediocre que consume
telebasura, radiobasura, comida-basura, sexo-basura, etc-basura. Hasta los no
iniciados sabíamos que su plantilla de los últimos años (unos 1.700 empleados)
era más el fruto del nepotismo y amiguismo político que una búsqueda de calidad en la producción que, al menos yo, no he sabido ver en mis pocas visitas al medio. Ahora, en las últimas horas o días de vida de estos entes públicos, se
les llena la boca a los profesionales afectados diciendo que eran la voz que el
pueblo quería oír, que eran los fervientes cronistas de nuestra historia y nuestras
tradiciones, que estaban amordazados por el PP. ¡Paparruchadas…! La cuota de pantalla de Canal 9 está últimamente por los suelos. Lo único cierto es que hablaban un valenciano un
tanto raro, compensado con algunas entrevistas a gente de la calle que hablaba
el valenciano de la calle. También es cierto, como dicen los afectados y los
corifeos que les bailan el agua o les azuzan), que la ruina económica se debe a
la mala gestión de los políticos. Pero eso lo dicen ahora, cuando las vacas son
flacas…
¿Qué va a pasar
a los valencianos, alicantinos y castellonenses sin su Canal 9 y Radio 9? Creo
que nada especial. Como todo en este mundo efímero de la noticia, se
olvidará en poco tiempo. Nada hay más voluble que un televidente, desde que se
inventó el “zapping”.