lunes, 23 de abril de 2007

Crónica apresurada de una urgencia quirúrgica

10/04/07

Por la tarde, al terminar la clase de Museología en la facultad, empiezo a notar molestias intestinales. Se agudizan a lo largo de la noche.

11/04/07

No me encuentro en condiciones de acudir al trabajo. Llamo al médico y me diagnostica, en primera instancia, gastritis o gastroenteritis. Me receta sulfamidas y calmantes para el dolor.
Mañana he de viajar a Montpelier (Francia) para dar unas conferencias. Aprovecho para ir preparando el equipaje.

12/04/07

He pasado una noche horrorosa. Por la mañana telefoneo al médico y me sugiere que anule el viaje a Francia y me ingrese por vía de urgencia en un hospital. Así lo hago.
Analíticas, exploraciones, radiografías, escáneres... El dolor es insoportable. A las 22h el diagnóstico está listo: apendicitis pasada que ha provocado peritonitis.
A las 22:30 entro en quirófano. Recupero la consciencia a las 4:35 del día siguiente. El dolor ha cesado.

Llevo varios días recuperándome y cada día me encuentro mejor que el anterior. El 20/04/07 abandoné el hospital. En cuanto resuelva algunos temas administrativos pendientes marcharé quince o veinte días a mi tierra, con mi gente, para terminar la convalecencia.

Disculpadme si abandono por unos días más la blogosfera. Y muchas gracias a todos los que os habéis preocupado por mi situación. Como dicen por mi tierra al referirse a una persona achacosa, "Caldera vella, bony i forat..." (en caldera vieja todo son abolladuras y agujeros...).

Saludos a todos.

lunes, 9 de abril de 2007

De la levedad de un blog

Hace algún tiempo me decía un jovencísimo corresponsal (algo airadamente) que no entendía qué hacía un tipo como yo en un sitio como éste. Mi respuesta fue muy sencilla: "Hacía lo que me apetecía hacer, dependiendo de los momentos". Según ese muchacho, la blogosfera es patrimonio de la gente joven en el que no tienen cabida los sesentones como yo. ¡Bendita inocencia de adolescente, si es que lo era! Me parece innecesario explicar lo evidente. Mis blogs, en nada extraordinarios, hablan por ellos mismos mediante sus contenidos. ¿Hasta qué punto son facetas de mi personalidad? Pues no lo sé, pero os aseguro que yo no dejo de ser quien soy cuando, como ahora, golpeo (con cierta inseguridad como mecanógrafo, que no en las ideas) los botones del teclado.

Un blog puede representar muchas cosas para su autor pero, cuanto más incidental resulte su contenido, más efímera será su vida. Un blog condicionado por una circunstancia personal concreta tiene una alta probabilidad de convertirse en un escombro más en la Red cuando esa circunstancia cambie lo suficiente. Y eso es lo que sucede con bastantes páginas de autores jóvenes que, una vez pasados los sarpullidos que las animaron, languidecen y quedan en la inopia de un limbo tan virtual como el otro limbo.

Llevar adelante un blog requiere tener tiempo e ideas que expresar. El tiempo siempre se puede conseguir, recortando de aquí y de allá y sumando esos minutos que dejamos volar a lo largo del día. Las ideas ya son harina de otro costal. No es infrecuente, paseando por la blogosfera, encontrar páginas raquíticas de contenido. Diréis, y no os faltará razón, que esa es una apreciación personal. Lo acepto. De todo ha de haber en la viña del Señor. Y con harta frecuencia se comprueba que esos blogs tenían los meses contados. Porque, después del punto final de una entrada, comienza la verdadera aventura: la de llegar a alguien a quien le parezca interesante tu aportación y puedas sentir, virtualmente, que formas parte de la blogosfera viva. No creo que haya nadie que considere irrelevante si su esfuerzo creativo tiene o no destinatario. Y no por una cuestión de alimentar el ego, que eso sí lo vería como algo hasta cierto punto criticable, sino porque somos seres que necesitamos comunicar y, si es posible, comunicarnos. Pensar lo contrario sería pervertir los propios fundamentos de la Red y, por extensión, de los medios de comunicación. Aunque, desde luego, yo prefiero otras formas de comunicación más personal, según para qué asuntos.

Formar parte de la blogosfera no es una cuestión de edad sino de ideas. Una vez dentro, si perseveras, encajarás en alguno de los muchísimos sectores que la componen. Si no encuentras hueco algo está fallando. Si te aburres es que la tarea supera tus expectativas. Si no encuentras tiempo para seguir con el blog es porque tienes otras tareas más importantes o atractivas o absorbentes. Nadie nos obliga a estar aquí para siempre.

Yo, por ahora, me quedo.

martes, 3 de abril de 2007

La "Pasión según San Mateo", de J.S. Bach




Estamos en Semana Santa y todavía vibra en mis adentros la música monumental del Cantor de Leipzig escuchada con ánimo reverente el pasado Domingo de Ramos. Desde 1970 tengo la costumbre de escuchar la Pasión según San Mateo, BWV 244, de Johann Sebastian Bach por estas fechas. La adquirí en los muchos años en que Rafael Frübeck de Burgos fue director titular de la Orquesta Nacional de España e, invariablemente, el Domingo de Ramos daba en concierto la "Gran Pasion" con la O.N.E., el Orfeón Donostiarra y un escogido grupo de solistas vocales e instrumentales.

Si alguien me pusiera en la tesitura de tener que escoger tres obras entre la prolífica producción bachiana no dudaría ni un segundo: me quedaría con El Clave Bien Temperado, El Arte de la Fuga y, desde luego, la Matthäus-Passion.

Con el paso del tiempo la Pasión... se ha convertido en algo cercano, familar, y aunque la audición la reservo para el Domingo de Ramos, tengo siempre a mano la partitura en mi modesta biblioteca y la abro al azar y leo algunos pasajes de cuando en cuando.

Sobre esta obra absolutamente genial se ha escrito mucho, pero posiblemente nunca se dirá todo porque, como ante tantos otros monumentos sublimes del genio humano, las actitudes personales, las evocaciones, las sugerencias son incontables. A mí me llena de inquietud, de sosiego, de estupor, de melancolía, de esperanza según van discurriendo los pentagramas. Porque en pocas obras como en ésta empleó Bach tan a fondo sus profundos saberes musicales. El músico convierte el constreñimiento de un guión que no puede alterar (el texto de Mateo en el Evangelio luterano) en una historia apasionada y apasionante, narrada en recitativos en los que la música subraya el dramatismo de los distintos pasajes del relato evangélico de la Pasión. Evangelista, Coro y Orquesta nos llevan plácidamente o nos zarandean o nos ponen un nudo en la garganta. ¿Quién no ha sentido el sobresalto cuando en el compás 30 del nº 54 (de la edición de Eulenburg) los dos coros gritan "Barabbam!" y pocos compases después inician una vivaz fuga mientras siguen gritando "Lass ihn kreuzigen!"? ¿Quién no se siente transportado a otra dimensión ante las sentidas corales que, como remansos de paz, jalonan la obra? ¿A quién no se le anuda la garganta con el aria para contralto del nº 47, "Erbarme dich..."? En una ocasión vi cómo se le saltaban las lágrimas a Norma Procter mientras la cantaba. ¿Quién no se siente empequeñecido y hasta ruín cuando, tras el breve recitativo iniciado en el compás 39 del nº 76, que corresponde a las últimas frases del relato evangélico, ve caer la losa sobre el sepulcro del Crucificado y escucha al coro y a los solistas en la tonalidad de Si bemol mayor despedirse del difunto con jaculatorias acabadas con el familiar "Mein Jesu, gute Nacht!".

La apoteosis llega, para mí, con la coral que cierra la obra, la nº 78, también escrita en Si bemol. Las dos orquestas inician un andante sosegado, solemne, con una melodía que presagia altísimos vuelos desarrollada en doce compases como un diálogo entre las orquestas. En la repetición entran los coros con ese impresionante "Wir setzen uns mit Tränen nieder...". En una ocasión asistí a una audición de la Pasión... en el nuevo auditorio de la ciudad de Colonia y me sorprendió ver que, llegados a esta parte de la obra, el público alemán se ponía de pie y cantaba enfervorecido con el coro. El director (nada menos que Karl Richter) había bajado de su podio para dirigir a coro, orquesta y público. Pensaréis que soy un sentimentaloide pero no pude reprimir las lágrimas. Y no era el único, os lo aseguro.

Dejo como ilustración musical precisamente esa Coral del nº 78 de la Pasión según San Mateo, BWV 244, de J. S. Bach. Para escucharla haz clic AQUÍ.