jueves, 19 de diciembre de 2013

Desde mi higuera (37)


Con mis mejores deseos de paz y armonía para quienes pasen estos días a visitar el blog. Y para el resto también...

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Desde mi higuera (36)



Estaba ayer sentado a la sombra de mi higuera, sesteando, con la radio en mi regazo, cuando me espabiló una noticia sorprendente: El gobierno de mi Comunidad Autónoma, la valenciana, iba a cerrar las emisoras de radio y televisión públicas de la Comunidad, las populares Canal 9 y Radio 9. Al parecer el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana había dictado sentencia anulando el ERE (Expediente de Regulación de Empleo) por el que el Gobierno había despedido a 1.000 empleados de dichas emisoras hace unos meses. El presidente de la Comunidad, un tal Fabra, dice que las arcas no pueden asumir los 72 millones de euros al año que supone la readmisión y ha optado por cerrar las emisoras.

Para los lectores de esta página que no conozcan la división político-administrativa de España les diré que somos una nación dividida administrativamente en varias Comunidades Autónomas con sus gobiernos propios (además del Gobierno de la Nación), un sistema que, con el tiempo, ha servido principalmente para duplicar los organismos de funcionamiento de la Administración y, consecuentemente, el gasto público, razón por la cual ahora, con la crisis, andan al acoso y derribo del funcionario. Pero de disminuir significativamente los cargos públicos, de eso nada...

El Gobierno de mi Comunidad está, desde su más tierna infancia, en manos del Partido Popular (en adelante PP o peperos) que, a la sazón, es también el partido que gobierna la Nación. La crisis que nos afecta desde hace años (según el PP por culpa de los nefandos gobiernos socialistas) ha generado en la Comunidad Valencia un agujero negro de no sé cuántos miles de millones de euros, despilfarrados por los peperos gobernantes en obras faraónicas, algunas menudencias como los sueldazos de los políticos y otras prebendas a las que sólo tienen acceso la casta gobernante y sus acólitos.

Siempre es triste que se cierre un medio de información público o privado, sea del signo que fuere. Habrá un colectivo de prosélitos que se verá afectado y eso provoca cierto sesgo en la libertad de expresión dentro de un sistema democrático. Aunque todo admite matices y alguno mencionaré luego. Pero en este caso me parece evidente que al PP le importan un pimiento la radio y la TV valencianas. Por definición siempre ha mirado y mirará con inquietud los brotes (desviaciones) nacionalistas. Fabra, el actual Alí Babá del cotarro, dice tener otras prioridades (educación, sanidad, servicios sociales, afirma cínicamente) y –ahora- no puede gastarse un euro en chorradas –antes sí-. Es evidente que su intención era cargarse las emisoras; de lo contrario hubiera podido recurrir la sentencia ante instancias judiciales más altas, como se ha hecho en otros casos. Pero no, resulta sospechosamente apropiado acatar la sentencia, asumir como innegociable la readmisión de despedidos y cerrar el kiosco. También es sospechoso que la sentencia haya anulado el ERE por defectos de forma, es decir, porque los leguleyos de la Comunidad han hecho mal su trabajo al redactar los papeles o, más sencillamente, no lo han hecho y se lo han encargado a empresas ajenas a la Administración (a las que ahora quieren pedir responsabilidades: “Todos culpables menos yo”). Tengo la sospecha de que el tal Fabra ya se esperaba lo que diría el alto Tribunal, lo cual le permitiría cerrar las emisoras de un plumazo. Nada de templar gaitas.

¿Cómo eran la TV y la radio de la Comunidad? Bueno…, digamos que tan malas como las demás (opinión personal), en perfecta sintonía con una sociedad mediocre que consume telebasura, radiobasura, comida-basura, sexo-basura, etc-basura. Hasta los no iniciados sabíamos que su plantilla de los últimos años (unos 1.700 empleados) era más el fruto del nepotismo y amiguismo político que una búsqueda de calidad en la producción que, al menos yo, no he sabido ver en mis pocas visitas al medio. Ahora, en las últimas horas o días de vida de estos entes públicos, se les llena la boca a los profesionales afectados diciendo que eran la voz que el pueblo quería oír, que eran los fervientes cronistas de nuestra historia y nuestras tradiciones, que estaban amordazados por el PP. ¡Paparruchadas…! La cuota de pantalla de Canal 9 está últimamente por los suelos. Lo único cierto es que hablaban un valenciano un tanto raro, compensado con algunas entrevistas a gente de la calle que hablaba el valenciano de la calle. También es cierto, como dicen los afectados y los corifeos que les bailan el agua o les azuzan), que la ruina económica se debe a la mala gestión de los políticos. Pero eso lo dicen ahora, cuando las vacas son flacas…

¿Qué va a pasar a los valencianos, alicantinos y castellonenses sin su Canal 9 y Radio 9? Creo que nada especial. Como todo en este mundo efímero de la noticia, se olvidará en poco tiempo. Nada hay más voluble que un televidente, desde que se inventó el “zapping”.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Desde mi higuera (35)

He estado unos días en Roma, aunque sería más preciso decir que he estado en el Vaticano, por asuntos profesionales. Apenas si he cruzado la raya blanca de la frontera para entrar en Roma en dos o tres ocasiones para tomarme un "stretto" en una cafetería que me encanta de la Via della Conciliazione, junto a la iglesia de Santa María in Transportina. No sé si la cercanía de la embajada de Brasil tendrá algo que ver con la gran calidad de su café.

La plaza de San Pedro es un hervidero de gente casi a cualquier hora del día. Gente multirracial con una participación numerosa de orientales. No deja de ser curioso. El Vaticano y las fabulosas colecciones de arte que posee son un fábrica de dinero que no cesa de producir. Cuestiones de fe aparte, la materialidad del negocio se me antoja de unas dimensiones gigantescas. Y, aunque me viene a la memoria el pasaje neotestamentario en el que Jesús arma la marimorena contra los mercaderes instalados frente a la entrada del Templo de Jerusalén, en realidad no es mi intención ahora criticar el trinomio Religión-Poder-Dinero, tan viejo como el ser humano y sus miedos escatológicos.

Mis visitas a la Ciudad Eterna sirven, entre otras cosas más importantes, para revitalizar un poco mi oxidado latín: por doquier uno encuentra lápidas e inscripciones en latín clásico o eclesiástico con las que poner a prueba viejos saberes casi olvidados. Pero, más allá del simple ejercicio lingüístico, lo que hasta cierto punto sobrecoge es el deseo de los poderosos por permanecer en la memoria viva de la ciudad. La basílica de San Pedro del Vaticano, por ejemplo, no sería menos bella sin la inscripcción que recorre el friso del entablamento de la fachada principal, con la que el papa Pablo V deja bien claro que aquello lo hizo él (aunque las obras las comenzó mucho antes Julio II, terminaron varios pontificados después del suyo y los "paganos" fueron los cristianos), porque los arquitectos de tanta maravilla fueron Bramante, Miguel Ángel y Bernini, principalmente. Menos mal que existen los registros históricos (con sus no pocas carencias y arbitrariedades) para situar a cada cual más o menos en su sitio. Pero, a ver quién es capaz de quitar del escaparate al tal Pablo V.

lunes, 12 de agosto de 2013

Desde mi higuera (34)

Desde que estalló "el conflicto" de Gibraltar, una vieja serpiente del Lago Ness que despierta de cuando en cuando a conveniencia, los medios de comunicación no hablan de otra cosa. Parece que Bárcenas y sus rollos (que eran primera plana a diario) han perdido interés y actualidad.

El periodismo de actualidad es un engañabobos y los periodistas unos cómicos de la farsa. Todo vale para mantener a las audiencias en tensión. ¿Será que vivimos en un país de papanatas?

¿Es que alguien tenía dudas de que la política tiene una cara oculta, sucia? Hable o no se hable de ello hay siempre una contabilidad B en todos los partidos. Es axiomático. Y tan vieja como el andar a pie. Hace no mucho tiempo circuló una fotocopia de la última nómina que cobró el Generalísimo Franco. No recuerdo la cifra exacta, pero creo recordar que rondaba las 150.000 pesetas de 1975. Serían para gastos personales secretos, porque todo lo demás le salía gratis. ¿O no?

Si es usted aficionado a la lectura, léase una buena historia de la Grecia antigua de hace 2.500 años. La de Struve, por ejemplo. Es un excelente antídoto contra la fe en los políticos.

domingo, 21 de julio de 2013

Desde mi higuera (33)

A menudo, sentado bajo la higuera, pienso que ya no me queda nada que decir... Nada que decir en general, porque diría y digo muchas cosas a personas concretas a diario. Una cierta sensación de decepción me empapa cuando observo impotente los derroteros por los que deambulan la política y los políticos, la filosofía y sus acólitos, la religión y sus prosélitos... El mundo se me antoja un inmenso decorado de cartón-piedra pintado de colorines y me siento incapaz de entrar entre los bastidores. No me siento actor.

He de dejar esto ahora: acaba de llegar mi sobrina, que tiene 15 años, está perdidamente enamorada, es infeliz y quiere que hablemos de ello. Viejo mundo...

viernes, 22 de marzo de 2013

Desde mi higuera (32)

Ha sido un invierno más frío de lo normal. Además, ventoso. Hoy me he acercado a la higuera esperando ver el suelo tapizado de pámpanos secos pero no, el viento se ha encargado de barrer el tapiz de hierba.

También sigue el vendaval de la corrupción de nuestros "probos" gobernantes. Cada día se destapa algún tarro de mierda nuevo y aumenta la nómina (lista o relación) de los sinvergüenzas. La otra nómina, la de los sueldos de los políticos, parece que se mantiene a pesar de la crisis que dicen que hay. Y es que los hay con suerte.

La ventolera independentista catalana, en cambio, parece haber amainado. Al menos los medios de comunicación ya no la tienen en primera plana. Era de esperar. Tampoco es noticia que pueda arrancar pasiones todos los días. Es posible, también, que pasados los arrebatos mediáticos, quien Mas y quien menos esté templando gaitas para que no se acabe de destapar la caja de Eolo y empiecen a aparecer cuentas bancarias acusadoras en todos los paraísos fiscales.

Dicen que hay crisis pero estos días pasados, en el largo fin de semana de las Fallas, en Valencia no cabía una aguja. Imagino que los turistas no serían funcionarios devaluados, esa lacra (dicen algunos hideputas) que esquilma las arcas públicas. La semana que viene es Semana Santa. Ya veremos si es tiempo de cuaresma o de ejercitarse en los pecados capitales. Por lo pronto, las terrazas están diariamente a tope, haga el tiempo que haga.