martes, 5 de abril de 2011

Desde mi higuera (18)

La comedia de la política española ha entrado en un nuevo lance tras el anuncio del presidente Zapatero de no ser candidato en las próximas elecciones generales. Como en las tragedias griegas, el coro de la oposición grita desaforadamente: “¡Que se vaya, que se vaya!”. Bueno, eso ya lo decían antes, pero ahora lo dicen más alto si cabe.
Estoy habituado a escuchar en las Cortes y en el Senado, según los reportajes que transmite TVE, argumentos con el calado de una barquilla de agua dulce. Después no tengo fuerza moral para amonestar a mis sobrinos, estudiantes de bachillerato, cuando dicen las simplezas que dicen. Siempre pienso: “Al menos valdrán para políticos”.
Confundir el culo con las cuatro témporas de año (en fino se diría confundir la gimnasia con la magnesia) parece habitual en nuestros próceres del PP, con tal de joder a sus oponentes. Los contrarios no lo hacen mejor, pero ante tales argumentaciones es más sencillo contra-argumentar. Ahora, los cerebros de actividad casi plana interpretan el anuncio de Zapatero como la evidencia inapelable de que no vale para presidente y de que ni los suyos le quieren. Como si uno, por el hecho de llegar a presidente, debiera morir con las botas puestas y en olor de multitud. Como si las elecciones anticipadas fueran otra cosa que un asalto al poder para cambiar de poltrona quienes ya están instalados y viven (¡y cómo viven!) de la política.
España, país de quijotes, de santos, de soldados y de aficionados a la contemplación de espectáculos deportivos (lo de los toros va de capa caída, para solaz de los antitaurinos) está siempre en contra, por definición, de la Autoridad, en particular cuando vienen mal dadas. Zapatero es el diablo en persona, dicen.
Yo no sé si el Gobierno es culpable de lo mal que van las cosas. Algo de imbecilismo sí hubo al principio de la “no crisis”, aunque más por miopía o por miedo a la impopularidad que porque se pudiera hacer algo positivo para evitarlo. Pero yo creo que no es culpable. Al menos no de las cosas que dependen de la gran economía mundial, que son, directa o indirectamente, el 90% de nuestros problemas. En tiempos de recesión económica un país como el nuestro, siempre subsidiario y a remolque de las economías más fuertes a las que sirve, está a merced de vaivenes ante los que nada puede hacer salvo apretarse el cinturón y tomar pastillas contra el mareo. Pero no significa lo mismo apretarse el cinturón para unos que para otros; como tampoco es lo mismo mandarlo que hacerlo. Y eso es lo triste.
Desde hace mucho tiempo todas las medidas legislativas serias impuestas vienen dictadas desde fuera, desde la Comunidad Europea. Y eso no cambiará mande quien mande en el país. Y todas son impopulares. ¿Cambiará de nombre el PP en la próxima legislatura si gana las elecciones?

2 comentarios:

Júlia dijo...

Sabias reflexiones, ya ni comento temas políticos con nadie, se escuchan, como dices,muchas tonterías.

Unknown dijo...

Siempre es agradable reflexionar con tus reflexiones.

Un abrazo.

P.D: la vida está llena de adioses, pero yo necesito seguir compartiendo, he escuchado a mi corazón y he regresado a barrer El Rincón Barrido. Será un placer tenerte por allí.