
De algún modo ha revivido en mí la vieja savia de muchas generaciones de gente del campo ("Año de nieves, año de bienes", decían) y he visto Madrid con otros ojos. Luego, el urbanita ha sentido el frío como una ofensa y la nieve como una amenaza al tráfago de la vida ciudadana: mezquindades, en el fondo. Mañana los ecologistas clamarán al cielo protestando por las toneladas de sal que los servicios municipales han extendido por las aceras y calles para disolver la nieve (más mezquindades).

A la entrada del museo, una adolescente le decía a su acompañante: "Se le van a congelar las tetas a esa tía". Probablemente no sabe que es una esfinge y las esfinges son frías de por sí.