miércoles, 29 de septiembre de 2010

Desde mi higuera (14)

Hoy estoy de huelga. El bar en el que almorzamos todas las mañanas el grupo de amigos estaba abierto pero no he querido almorzar. En el pueblo se ha notado poco la jornada de huelga: las cuatro tiendas de coloniales, la botica y el bazar de los chinos estaban abiertos; Manolo el barbero también estaba en su puesto; Paco el mecánico y Pepe el fontanero no han abierto hoy; por la mañana no se veían niños por la calle, de lo que he deducido que estaban en la escuela.

Estos días pasados me decía: “Por fin voy a poder hacer una huelga general”, porque en las anteriores, por razón de mi cargo en la Administración, siempre salía con nombres y apellidos en las listas de servicios mínimos. Ahora que soy un jubilado congelado ya es otra cosa. Pero, ¿en qué puede consistir hacer huelga para un jubilado en un pueblo pequeño? He decidido que debía dejar de hacer lo que habitualmente hacía a diario. Cuando esta mañana he dicho que no pensaba comer y que las mujeres de la casa harían bien en no guisar se me han puesto todas como basiliscos. “¡Estás tú bueno! –decían-. ¿Y qué pasará con los niños?”. Siempre hay algún detalle que hace que las cosas no salgan bien. He tenido que comer para no dar mal ejemplo a los niños.

La mayor parte de mi tiempo se reparte diariamente entre dar largos paseos por el campo, leer, estudiar, escribir y escuchar música. Así que he decidido no hacer hoy ninguna de esas cosas. Me he sentado delante del televisor a media mañana (cosa que no hago nunca) y me he puesto a hacer zapping. Las televisiones públicas parecían ceñirse a servicios mínimos, con mucho documental y cosas así pero las privadas andaban a lo suyo. La única cadena que parecía estar más en el rollo de la huelga era CNN+, así que la visitaba con frecuenta y escuchaba con no poco estupor las guerras de cifras del seguimiento entre unos y otros, y otras lindezas, si bien, a decir verdad, los agentes del Gobierno brillaban por su ausencia no sé si por imposición disciplinaria o porque no se les entrevistaba. Me temo que sería lo primero porque no pocas veces me ha llegado la orden de no hacer declaraciones y escurrir el bulto de la forma más elegante posible.

Quienes se despachaban a gusto eran los sindicalistas, desbarrando, manoseando argumentos populistas y sin saber cómo entrar en el meollo. Porque el meollo, como inteligentemente ha dicho Santiago Carrillo en una entrevista, es que el Gobierno está maniatado por las directrices europeas y éstas están dictadas por los intereses económicos, es decir por la banca en última instancia. En el marco europeo, a joderse tocan. No hay otra salida que apretarnos el cinturón los de siempre y cargar con el peso de la crisis hasta enjugarla. Está muy bien que voceen los liberados, esos cuyos sueldos les vienen dados por decreto-ley. Pero muchos de los que tienen todavía algo que perder se dicen en voz baja que hay que capear el temporal y esperar tiempos mejores. Por lo menos tienen esperanza…

2 comentarios:

William Saints dijo...

Terrible lo de la huelga. Las huelgas no llevan a nada, siempre me lo dijeron. Y lo sigo creyendo.

Xavysaurio dijo...

En terminos generales creo que las sociedades del mundo tienen que estar mejor organizadas para que este invento capitalista pueda funcionar correctamente... O sea que estámos fritos, pero igual es bueno luchar por nuestros derechis, digo... por algo hemos de empezar.