Decía en una entrada anterior del blog que este verano sería tiempo de adioses, de despedidas. He estado unos días en Moscú, rematando flecos de un proyecto hispano-ruso de investigación arqueológica que me ha tenido periódicamente en Rusia desde hace casi quince años. Gracias a él he conocido las dilatadas estepas de la Siberia occidental, casi despobladas, las inmensas praderas solitarias que nuestras expediciones han ido recorriendo en los periodos en que la ausencia de hielo lo permite. He conocido también a un puñado de excelentes colegas rusos y, con el tiempo y el agotador trabajo de campo, se han forjado sólidas relaciones personales más allá de los puros intereses científicos.
He conocido la dura transición económica que se produjo con la caída del régimen comunista y la perestroika: el hambre y la miseria de millones de rusos a principios de los años 90 del siglo pasado, totalmente desamparados ante un sistema de capitalismo feroz dominado por las mafias políticas y económicas. Actualmente la situación se ha suavizado mucho gracias a que Rusia es un país enorme y rico en recursos naturales.
Yo admiro al ruso medio, ese personaje doliente que lleva siglos siendo apaleado, primero por la monarquía zarista, luego por el régimen comunista y ahora por el capitalismo desaforado. Un pueblo sistemáticamente engañado, maltratado.
No es una anécdota. Yo he sido testigo. Con la crisis de la perestroika entraron a saco las compañías norteamericanas y coparon las televisiones. Comenzaron a emitirse las series televisivas que los occidentales sufrimos en los años 90. El pueblo ruso, aleccionado durante decenios por consignas en las que se decía que el modo de vida occidental era perverso, antinatural y degradante abrió los ojos como platos al comprobar el modus vivendi de los protagonistas de series como “Falcon Crest” y similares. El resultado fue que los jóvenes se echaron a la calle gritando que, puesto que la URSS era la primera potencia mundial según decían sus gobernantes, querían un nivel de vida similar al de los perversos occidentales: amor, sexo y lujo a todo trapo para todos.
La vuelta de la tortilla rusa es uno de los espectáculos más bochornosos que uno ha podido contemplar. Al Partido Comunista ruso sólo podían pertenecer una élite de probados sinvergüenzas sin escrúpulos de la calaña de Pepe Stalin y “compañeros”. Yo me sorprendí al comprobar que en Rusia casi nadie era comunista. Simplemente tragaban con el sistema porque si se oponían sabían que acabarían en alguna fosa sin nombre o en los campos de trabajo de Siberia. En Moscú, los alrededores del edificio de la Lubjanka, el cuartel general de la KGB, sigue siendo un lugar por el que la gente común evita pasar. Demasiada tortura, demasiados asesinatos gratuitos en sus mazmorras. Las generaciones actuales aún no lo han olvidado. Como no olvidan que sus gobernantes siguen siendo las mismas personas de antes, con trajes nuevos y coches de modelos europeos de lujo. Pero algunas cosas sí han cambiado: el ascenso al poder y la alianza coercitiva de la religión cristiana ortodoxa. Hasta tal punto la paradoja es sangrante que entre la nueva clase media está muy mal visto hablar contra la religión y contra los popes que hace quince años propalaban “ideas venenosas”.
Los mismos que se llenaban las pecheras de medallas por servicios al comunismo no dudaron ni un segundo en decapitar, defenestrar y volar con dinamita a sus propios ídolos, que han sido eliminados alegremente de su memoria histórica. Pude visitar en 1993 un inmenso cementerio donde se acumulaban las estatuas de todas las viejas ratas, tras retirarlas de sus antiguos emplazamientos en lugares de honor de la ciudad. Sólo Lenin se ha librado de esa quema de brujas, quizás porque fue represaliado por la inmensa máquina que él mismo había creado. Algo parecido a lo que le ocurrió a Danton con la Revolución Francesa. También K. Marx ha sido respetado, como ideólogo al que nunca siguieron al pie de la letra los comunistas.
Moscú es una ciudad triste, aunque se la intenta maquillar de lo contrario. Estos pocos días que he estado en ella me he ido despidiendo de lugares que probablemente no volveré a pisar. La calle Arbat y ese tranquilo café italiano en el que he pasado horas de conversación inolvidables; la Plaza Roja, junto al Kremlin, con la faraónica tumba de Lenin en granito rojo (no podía ser de otro color), antes pregrinación obligada de todo buen ruso, hoy un atractivo turístico más aunque en sus colas todavía se puede encontrar a algún nostálgico; los almacenes GUM, ahora colonizados por las marcas más caras de alta costura y cosmética internacionales (ciertamente, los GUM siempre fueron unos almacenes elitistas, antes de la gente del Partido y sus amiguetes; ahora de los nuevos ricos); y San Basilio, esa joya de la arquitectura religiosa rusa con cuya imagen abro esta entrada, y que nunca he podido evitar que me recordara unos cucuruchos de helado, en una nueva perspectiva gracias a que este año han derribado el megalocéntrico Hotel Rossia (6.000 habitaciones) cuya horrible arquitectura de los tiempos de Kruschev ocupaba toda la trasera de San Basilio vista desde la Plaza Roja; la Galería Tretiakov, que guarda grandes tesoros de las artes plásticas rusas de todos los tiempos... Dasvidania Moskba (adiós Moscú).
Como comprenderéis, después de tantos años hay muchos lugares de los que despedirse. Y también personas, aunque todos aparentamos allí que era como una despedida más “hasta el año que viene...”. Pero para mí, recordar aquellas canciones populares rusas (siempre tristes) que aprendí con ellos en las noches de melopea provocada por la vodka, en las frías noches de Kargaly, ha sonado a un adiós definitivo. Tempus fugit...
He conocido la dura transición económica que se produjo con la caída del régimen comunista y la perestroika: el hambre y la miseria de millones de rusos a principios de los años 90 del siglo pasado, totalmente desamparados ante un sistema de capitalismo feroz dominado por las mafias políticas y económicas. Actualmente la situación se ha suavizado mucho gracias a que Rusia es un país enorme y rico en recursos naturales.
Yo admiro al ruso medio, ese personaje doliente que lleva siglos siendo apaleado, primero por la monarquía zarista, luego por el régimen comunista y ahora por el capitalismo desaforado. Un pueblo sistemáticamente engañado, maltratado.
No es una anécdota. Yo he sido testigo. Con la crisis de la perestroika entraron a saco las compañías norteamericanas y coparon las televisiones. Comenzaron a emitirse las series televisivas que los occidentales sufrimos en los años 90. El pueblo ruso, aleccionado durante decenios por consignas en las que se decía que el modo de vida occidental era perverso, antinatural y degradante abrió los ojos como platos al comprobar el modus vivendi de los protagonistas de series como “Falcon Crest” y similares. El resultado fue que los jóvenes se echaron a la calle gritando que, puesto que la URSS era la primera potencia mundial según decían sus gobernantes, querían un nivel de vida similar al de los perversos occidentales: amor, sexo y lujo a todo trapo para todos.
La vuelta de la tortilla rusa es uno de los espectáculos más bochornosos que uno ha podido contemplar. Al Partido Comunista ruso sólo podían pertenecer una élite de probados sinvergüenzas sin escrúpulos de la calaña de Pepe Stalin y “compañeros”. Yo me sorprendí al comprobar que en Rusia casi nadie era comunista. Simplemente tragaban con el sistema porque si se oponían sabían que acabarían en alguna fosa sin nombre o en los campos de trabajo de Siberia. En Moscú, los alrededores del edificio de la Lubjanka, el cuartel general de la KGB, sigue siendo un lugar por el que la gente común evita pasar. Demasiada tortura, demasiados asesinatos gratuitos en sus mazmorras. Las generaciones actuales aún no lo han olvidado. Como no olvidan que sus gobernantes siguen siendo las mismas personas de antes, con trajes nuevos y coches de modelos europeos de lujo. Pero algunas cosas sí han cambiado: el ascenso al poder y la alianza coercitiva de la religión cristiana ortodoxa. Hasta tal punto la paradoja es sangrante que entre la nueva clase media está muy mal visto hablar contra la religión y contra los popes que hace quince años propalaban “ideas venenosas”.
Los mismos que se llenaban las pecheras de medallas por servicios al comunismo no dudaron ni un segundo en decapitar, defenestrar y volar con dinamita a sus propios ídolos, que han sido eliminados alegremente de su memoria histórica. Pude visitar en 1993 un inmenso cementerio donde se acumulaban las estatuas de todas las viejas ratas, tras retirarlas de sus antiguos emplazamientos en lugares de honor de la ciudad. Sólo Lenin se ha librado de esa quema de brujas, quizás porque fue represaliado por la inmensa máquina que él mismo había creado. Algo parecido a lo que le ocurrió a Danton con la Revolución Francesa. También K. Marx ha sido respetado, como ideólogo al que nunca siguieron al pie de la letra los comunistas.
Moscú es una ciudad triste, aunque se la intenta maquillar de lo contrario. Estos pocos días que he estado en ella me he ido despidiendo de lugares que probablemente no volveré a pisar. La calle Arbat y ese tranquilo café italiano en el que he pasado horas de conversación inolvidables; la Plaza Roja, junto al Kremlin, con la faraónica tumba de Lenin en granito rojo (no podía ser de otro color), antes pregrinación obligada de todo buen ruso, hoy un atractivo turístico más aunque en sus colas todavía se puede encontrar a algún nostálgico; los almacenes GUM, ahora colonizados por las marcas más caras de alta costura y cosmética internacionales (ciertamente, los GUM siempre fueron unos almacenes elitistas, antes de la gente del Partido y sus amiguetes; ahora de los nuevos ricos); y San Basilio, esa joya de la arquitectura religiosa rusa con cuya imagen abro esta entrada, y que nunca he podido evitar que me recordara unos cucuruchos de helado, en una nueva perspectiva gracias a que este año han derribado el megalocéntrico Hotel Rossia (6.000 habitaciones) cuya horrible arquitectura de los tiempos de Kruschev ocupaba toda la trasera de San Basilio vista desde la Plaza Roja; la Galería Tretiakov, que guarda grandes tesoros de las artes plásticas rusas de todos los tiempos... Dasvidania Moskba (adiós Moscú).
Como comprenderéis, después de tantos años hay muchos lugares de los que despedirse. Y también personas, aunque todos aparentamos allí que era como una despedida más “hasta el año que viene...”. Pero para mí, recordar aquellas canciones populares rusas (siempre tristes) que aprendí con ellos en las noches de melopea provocada por la vodka, en las frías noches de Kargaly, ha sonado a un adiós definitivo. Tempus fugit...
24 comentarios:
Que bonito es moscú, y rusia y eso,
quiero ir allá, pero no entiendo eres de españa y tienes 15 años viviendo allá o como?
Bye Saludos y gracias por la visita.
Amigazo, qué post tan grandioso. No conozco Rusia mas que por fotos y... sí, por su historia. Amo a la Historia como materia (de hecho es mi amante, mi amor oficial es la música)y la historia del pueblo ruso es mi capítulo favorito, desde el primer zar hasta la muerte de Stalin. Reconozco que si me encanta la historia de los rusos en en parte debido al morbo: como bien decis, han sido gobernados por un loco atras del otro, y eso la hace divertida, claro, si no eres ruso y simplemente te limitas a leer. Coincido con tu apreciacion de Stalin, y con la que cuentas que los rusos tienen de Marx (las ideas no son las que fracasan, sino los ineptos que las ponen en practica, y eso le ha pasado al comunismo, al liberalismo y a todos los "ismos" existentes y por existir). Qué mas agregar... lamento sinceramente que tu trabajo ya no te lleve a esa tierra que se nota que amas, y más lamento aún no poder charlar, vodka mediante, largo y tendido contigo sobre este pedazo de planeta del que tanto habras aprendido en estos 15 años.
Saludos afectuosos y ha sido un enorme placer conocer tu espacio, volveré mas temprano que tarde.
Ah, y sobre la arquitectura moscovita, ojos bien abiertos y a disfrutar de uno de los grandes logros del cerebro y la mano del hombre.
Y el ahora Presidente, antiguo miembro de la KGB... Me pudo sobremanera la imagen histórica del ruso medio, siempre vapuleado por el modo de organización política en turno... Caray, casi todos los oprimidos de la Tierra pasan por tal definición.
Me ha fascinado tu post moscovita, querido Salva. Emocionante, he aprendido muchas cosas.
Un abrazo muy cariñoso.
Me voy a leer el post anterior.
Me has puesto los dientes largos con Rusia, quizá Italia tenga que esperar para volver y el año que viene descubra ese país oculto tras la decepción.
Este escrito está basado en la guerra de el Líbano,crees que los niños en países de guerra no se sienten confundidos.
Estoy leyendo lo tuyo
que estes bien
Gracias por mostrarme(nos) con tus ojos al pueblo de Rusia.
Hay algo indefinible en todo lo que escribís que dice que es confiable tu forma de ver las cosas.(al menos para mi y seguramente para muchos más)
Besos
Rusia...la tierra de mis antepasados.
La conosco muy bien y tu vision es muy acertada.
Es una de las etnias mas contradictorias de la tierra. Vuelan al Cosmos y no poseen tecnologia para la construccion de buenos caminos y duraderos. Es uno de los paises mas ricos en lo que a recursos naturales se refiere y las pensiones no pasan de 70 dolares. Posee una legado historico literario y cultural simplemete envidiable y a su vez es el pais en donde menos se valora la dignidad humana.
Y a pesar de todo es un pais que atrae y te devora con sus encantos.
Con respecto a tu opinion en mi blog; ojala !! que el ser humano llege algun dia a ser capaz de entender a la naturaleza y su propia naturaleza. Y ojala !! que esto sea mas temprano que tarde.
Un abrazo.
Siempre es un placer leerte, tu pluma facilona y transparente me divierte y me enseña cosas nuevas... Este pequeño recorrido por Moscú y tus memorias es una verdadera delicia.
Un abrazo fuerte.
Montanito: Me encanta tu dinamismo y naturalidad. Aunque vivo en Madrid, he estado 15 años viajando frecuentemente a Rusia y pasando allí largas temporadas, sobre todo en verano que es cuando el deshielo permite investigar en la estepa Siberiana sus ruinas arqueológicas.
Rusia es inmensa y hermosa. El viejo Moscú es una joya. Un saludo.
Hola Eggy: Sí, Rusia cala hondo cuando se la conoce. Yo soy un enamorado de las estepas siberianas. Pero todo tiene un final y nuestro proyecto conjunto está terminado. Traigo en el corazón un enorme cargamento de sentimientos y en la cabeza lo mucho que he aprendido de su Prehistoria.
Agradezco tus apreciaciones sobre esta entrada, más viniendo de un conocedor de la larga historia rusa.
Un abrazo.
Hola Medeo: Sí, desgraciadamente todos los oprimidos de la Tierra padecen rasgos comunes. ¿Sabes?, lo curioso es que uno de los monumentos más importantes de Moscú es un gran busto de Marx sobre un alto pedestal, en la enorme plaza que bordean el afamado Teatro Bolchoi y el orgiástico Hotel Metropol. En el pedestal se lee, en caracteres cirílicos, la célebre frase marxiana: "Proletarios del mundo, ¡uníos!". No deja de ser un sarcasmo trágico.
Un abrazo.
Hola Marga: Sí, han sido muchos años de convivencia estrecha, en ocasiones padeciendo las mismas estrecheces que los nativos.
De nuevo gracias por hacerme sentir útil.
Con cariño.
Cris: Italia es hermosísima. No te la pierdas. Rusia también. El periplo San Petersburgo-Moscú te encantará. El viajero con apretada agenda no siempre percibe ese trasfondo de pobreza. Pero, en el caso de San Petersburgo, si te sales un poco de la avenida Alexander Nevsky verás que hay otro mundo más sórdido. Lo mismo pasa en Moscú cuando traspasas el anillo de la ciudad vieja. Un saludo.
Irena: Ya entendí el trasfondo de tus versos. Los niños de un país en guerra deben sentirse mucho más que confundidos. Aun así, juegan. Un saludo.
Hola Mari: Agradezco tus impresiones. Un saludo cariñoso.
¡Vaya, Fotón!: Así que tienes antepasados de origen ruso... Entonces quizás comprendas mejor que otros mis impresiones. El poderío de la URSS fue un "bluff" alimentado por ellos mismos y por los norteamericanos, ambos en beneficio y justificación de sus intereses de bloque. Ahora ya hay carreteras (algunas buenas) construidas con dinero europeo, para que Mercedes, Wolkswagen, Renault, etc. pudieran vender sus coches.
Yo soy un utópico militante y creo en la racionalidad del ser humano.
Un abrazo.
¿Y por qué no vas a volver?
Donde hubo siempre queda, y a ti se te nota que ahí hay amor...
Definitivamente que tus posts, son cátedra para nosotros,, cuanto crezco al leerlos,,!!
Te felicito por ello Yayo..!
Tú que viajas tanto, si vienes al Caribe algún día, específicamente a nuestra tierra (Quisqueya) bienvenido y no dejes de anunciarte antes,, prometo sacar tiempo y compartir un buén vino..!!
Te sigo,,
Z de V.
Un post muy didáctico. A mí también me resulta un poco triste lo ruso.
Un beso, Profesor.
me motivaste a hacer un mochileo por esos lados, ¿rusia es seguro para los turistas?
Uff.... se que a veces los adioses definiotivos pueden ser necesarios, pero no es algo grato en ningún caso, no?
* * * * * * * * *
Mmm... Yayo, aguda observación me hiciste en mi blog. No hay, en este post en particular, intención consciente de transmitir desencanto.
Pero la duda queda... ¿cuando es mayor la dicha? Imaginar lo que será una nueva unión; la unión misma; la alegría fatigada del recuerdo y nuevamente el deseo pleno aumentado por el amor, de un nuevo acto de amor.
A veces la dicha se empaña de una cierta incertidumbre, en muchos casos, por cuestiones ajenas.
Carajo, esto ya es otro post...
Este escrito está muy interesante, el cómo describes los cambios y relatas parte de los aspectos del estilo de vida que se lleva actualmente en Rusia. Ha sido muy grato leerlo porque para mi lo que leí es novedoso y valioso en cuanto oportunidad de aprendizaje. Además está muy entretenido.
Es verdad, a veces hay que despedirse de lugares y personas, en fin, es parte de la vida. Lo importante a fin de cuentas son los buenos recuerdos que alimentan nuestra propia historia personal.
¿Puedo agregarte en mi lista de vínculos?
Saludos, que estés bien.
QUE RELATO MAS ENTRETENIDO, ES IMPOSIBLE ABURRIRSE CON ESTE RELATO LLENO DE EMOCIÓN.
GRACIAS POR TU VISITA Y ESPERO NO TE MOLESTE SI TE AGREGO COMO CONTACTO EN MI BLOG.
SALUDOS DE EDUARDO CAVIERES.
Querido Salvatore, he entrado de nuevo en tu blog ávida de nuevas aventuras y recuerdos contados de forma tan amena y exquisita. Bueno, ya habrá más.
Un abrazo muy cariñoso
Hola Elenita: No creo que pueda ir de nuevo a Rusia. Los afectos son una ligazón fuerte. Pero hay que ser realistas.
Hola Zumo: Eres un exagerado en tus alabanzas.
Nada me gustaría más que poder tomar unos vasos de licor espirituoso contigo en tierras caribeñas. Por allí anduve hace ya algunos años por motivos de trabajo. Mientras tanto, seguiremos nuestras peripecias el los respectivos blogs. Un saludo.
Florecilla: Un beso. Sí, aquello es un poco tristón. Pero es un gran país.
Hola Mak: Ningún país es completamente seguro para los turistas. En las grades ciudades como Moscú y San Petersburgo abundan los carteristas, como en Londres, Madrid o Nueva York. Otros peligros no conozco.
Horus: Las despedidas duelen mucho. Y espero que desarrolles esas ideas que apuntas en una nueva entrada. Un saludo.
Hola Marcos. Gracias por tus gratas impresiones. Son todo un lujo, viniendo de una persona tan reflexiva como tú. Y gracias también por agregarme a tu lista de vínculos. Un cordial saludo.
Eduardo: Gracias por dedicar tu tiempo a mis escritos. Y gracias también por incorporarme a tus contactos. Uncordial saludo.
Ay Marga, Marga: No soy tan fértil como quisiera. Perdona. Y ten paciencia conmigo. Un abrazo.
se me hace tan lejano... moscu, y todo lo que paso del comunismo y su caida mi memoria no lo registra, era muy chico.
Me gustó tu entrada! puedo decir que leyendo tus experiencias me cultivé un poquito hoy :)
pye y es pesado viajar a moscu, como es la gente, entioendes rapido el idioma
toska, piska, zanahoria, rosca
jejejej
bye
Trako: ¡Qué gran virtud, ser joven!
Por lo que se refiere a la virtud de la edad, la perdemos con el tiempo, como la inocencia o la virginidad. La otra juventud, la del corazón, puede durar toda la vida. Intenta no perderla.
Sí, la historia de Rusia viene de lejos. A mí me ha tocado vivir un cachito.
Gracias por tus comentarios.
Montanito: Moscú nos queda lejos a los dos. Pero se puede llegar. Te diría que ahora es menos complicado e incómodo que entrar en los EEUU.
Allí encontrarás gente de todos los pelajes, como en cualquier otro lugar de este mundo. Los jóvenes os parecéis todos mucho en vuestras formas de expresión social.
Lo del idioma sí que es difícil, te lo aseguro. Pero el lenguaje gestual es universal.
(Por cierto, la zanahoria, en Rusia como en otras partes del mundo, tiene su doble significado)
Creo que este escrito es fabuloso, y disculpa por escribir tan alejado en la fecha de los demas, siempre me ha fascinado rusia,su gente,y lo de su gobierno caído sólo lo vislumbre muy poco ya que era niño cuando se derrumbó, ahora soy un médico de 31 años y hace apróx hace 4 meses interesado por Russia, ya que he conocido a una mujer moscovita maravillosa pero que esta alotro lado del planeta para mi, esto me dará fuerzas para tratar de ir por ella el próximo año... Pero, independiente de eso ahora me siento cada vez más intrigado y apasionado por russia, es más tengo perros siberianos, etc. Muchas gracias en nombre de todos por todas tus palabras, tienes una sensibilidad exquisita para hablar, y en eso nos parecemos. Esero que me respondas y trataré de agregarte , ya que recien he encontrado tu blogger
Un afectuoso saludo de Francisco.
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