Se supone que las labores de un jubilados consisten en salir a tomar el sol y dar largos paseos todos los día, jugar a la petanca en el parque con los de su quinta, sestear aburrido viendo la tele, etc., etc. ¡Pues no hay manera! No sé cómo me las apaño que si salgo del despacho es para comprar tabaco. Porque ahora, con las comodidades que proporcionan esas cafeteras automáticas y la variedad de cafés empaquetados que existen, tampoco me queda la excusa de bajar al bar de la esquina a tomarme un cortado.
Ahora en serio: creo que soy una persona afortunada. Ni quiero ni puedo cortar mi actividad profesional. He tenido la fortuna de trabajar casi toda mi vida en las cosas que me gustan y no veo la necesidad de cortar bruscamente por el simple hecho de llegar a una determinada edad. Y me gustaría seguir así muchos años...
martes, 28 de enero de 2014
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